Desnutrición, cáncer y diabetes, principales enfermedades de los indígenas

El Hospital Civil nuevo atendió a 420 indígenas en 2014
 
Desnutrición infantil, cáncer, problemas renales y diabetes son algunas enfermedades por las que los indígenas llegan al Hospital Civil “Juan I. Menchaca” para recibir atención médica. Estos padecimientos son diferentes según la etnia y si viven en la ciudad o en sus comunidades, afirma la responsable del módulo para comunidades indígenas de este hospital, Xóchitl Macedo.
 
“Los wixárikas están viniendo por cáncer y por desnutrición en menores de cinco años; también atendimos casos de tuberculosis o quemados. En la Zona Metropolitana de Guadalajara los migrantes ya tienen enfermedades como insuficiencia renal, diabetes, hipertensión arterial que no se ven en la comunidad, porque tienen otras actividades. Los de Michoacán vienen por lupus, urología o piedras en el riñón”, asegura.
 
Gracias a un convenio entre la UdeG y este hospital, desde hace 18 años el Módulo de Atención Médica para las Comunidades Indígenas es uno de los primeros en el Occidente de México en ofrecer distintos servicios de manera gratuita a este sector de la población.
 
En 2014 recibieron a 420 personas para hospitalización, diagnóstico o cirugía, de los cuales 176 fueron mujeres y 106 menores de edad, las poblaciones más vulnerables en estas comunidades, según explica la coordinadora de Trabajo Social del nosocomio, María Teresa Rodríguez.
 
Detalla que los pacientes provienen de etnias de casi de todo el país: zoques de Chiapas, mazahuas del Estado de México, purépechas y tarascos de Michoacán, otomíes de Querétaro, nahuas de Hidalgo y Jalisco, mixtecos de Oaxaca y wixárikas de Nayarit y nuestro estado.
 
Algunos traductores facilitan la comunicación entre el personal médico y los pacientes; además, gracias a un trabajo de sensibilización con los doctores, es posible armonizar los procedimientos médicos con los rituales y creencias de las distintas comunidades. “En Terapia Intensiva los pacientes están en condición grave y la familia siente que se quedan más tranquilos trayendo a un marakame o médico tradicional; médicos están sensibilizados y bajos los lineamientos del hospital los dejan entrar para revisarlos y darle un diagnóstico a la familia y si hay necesidad, posteriormente hacer algún trabajo que sea compatible con las reglas de higiene y seguridad del hospital”, afirma Macedo.
 
Se da atención psicológica y alimentación a familiares de los pacientes, quienes además de la pobreza en la que viven se ven obligados a dejar temporalmente sus comunidades y redes de apoyo. En casos necesarios el personal les ayuda a buscar financiamiento para los estudios médicos que no se puedan realizar en el hospital, y, de haber un deceso, los asisten para facilitar el traslado a sus comunidades, afirma Rodríguez. 
 
Este hospital representa para muchos pacientes indígenas el último recurso después de un largo peregrinaje por centros de salud comunitarios y estatales. Genoveva Carillo, proveniente de una comunidad wixárika, afirma que durante su estancia en este nosocomio la grave desnutrición que tenía su hijo disminuyó. Desde hace dos meses está sola, cuidándolo, lejos de su casa y su familia. Su hospedaje es el albergue que una iglesia cercana ofrece a indígenas y sus alimentos los toma en el comedor que ofrece el hospital. Esta atención, dice tajante, no la había tenido en ningún otro sitio.
 
María del Refugio Chino, de la comunidad wixárika en Tuxpan, cuenta que ha llevado a su hija de un hospital a otro desde hace dos años. Fue hasta que llegó al “Juan I. Menchaca” que le diagnosticaron soplos en el corazón y desnutrición. Afirma que su hija está mucho mejor, y agrega que en otros lugares “no hay apoyo, y aquí sí, nos dan de comer”.
 
Macedo comenzará a visitar diversas comunidades alejadas de la ciudad para informar de los servicios que ofrece este módulo, y que los indígenas sepan que tienen a dónde acudir por tratamiento o diagnóstico.
 
A T E N TA M E N T E
“Piensa y Trabaja”
Guadalajara, Jal., 5 de febrero de 2015
 
 
Texto: Mariana González
Foto: Sergio Guzmán